Una triste noticia para toda la familia engatada: hemos tenido que despedirnos de nuestro querido Arte.

Lo capturamos a principios de diciembre tras notar unas lesiones preocupantes en su oreja derecha y en la nariz. El diagnóstico fue devastador: cáncer, y ya estaba muy extendido.

Los gatos que no muestran rasgos sociables no deben vivir en cautiverio, pero el tumor de Arte no le permitía sobrevivir en la calle. Esas heridas habrían vuelto a infectarse, llevándolo a un sufrimiento innecesario y doloroso.

Decidimos entonces prepararle una habitación solo para él: amplia, luminosa y completamente gatificada, con escondites y alturas para que se sintiera cómodo y seguro. Respetamos su espacio, manteniendo el mínimo contacto para evitarle cualquier tipo de estrés.

Instalamos una cámara de vigilancia para poder observarlo sin invadir su tranquilidad. A través de ella, pudimos verlo disfrutar de largas siestas al sol, jugar con sus pelotas y peluches, acicalarse y comportarse como un gato tranquilo. No sabemos si era completamente feliz, pero al menos estaba libre de dolor y miedos.

Las veterinarias nos advirtieron que su estado se agravaría en pocos meses, y que llegaría el momento de despedirnos. Ese día llegó, y con mucho amor y respeto, lo dejamos marchar.

Queremos agradecer a Esther, su madrina, por cuidarlo a la distancia; a Joaquín, por crearle una habitación maravillosa; y a sus veterinarias, que lo trataron con profesionalidad, dulzura y todo el cariño que este precioso ser merecía.

Hasta siempre, amigo Arte.