¿Recuerdas en qué estado rescatamos a Mowgli?
El peque estaba físicamente muy deteriorado; las secuelas en su cuerpo de una mala vida desde hacía tiempo eran (y aún son evidentes) pero lo que más impresiona en rescates de gatos como Mowgli, con un carácter marcadamente sociable, es esa sensación de absoluto desamparo de quienes presumiblemente han vivido en hogares y, por la circunstancia que sea, han perdido ese refugio seguro logístico y emocional, viéndose abocados a la dureza de la calle con el agravante de carecer de la “experiencia” de aquellos otros que han nacido y crecido en ella.
La dureza de la calle no sólo son las inclemencias del tiempo, es también el procurarse alimento, sortear los peligros de la crueldad o indiferencia humana y las posibles peleas con congéneres por cuestiones de territorialidad porque cuando se lucha por recursos, cualquier recién llegado no es precisamente considerado un amigo.
Mowgli nos llegó en mal estado pero él, más que un cuenco de comida, lo que buscaba desesperadamente era tu abrazo, un regazo donde acurrucarse, una voz que le susurrara dulcemente que el infierno para él había terminado.
Mowgli pedía insistentemente que atendiéramos su hambre y sed de cariño, buscando en vez de la latita que le tendíamos, la mano que lo acariciara.
Y eso siempre te conmueve porque por muchos casos que veas nunca estás inmunizado para las emociones que desencadena el dolor… afortunadamente.
Mowgli felizmente tiene ya una gran familia esperándole; alguien que valoró darle una oportunidad a quien lo tendría más difícil (por edad y por color… la realidad es esa) y ha entrado en esa lista de afortunados para los que “se ha llegado a tiempo”.
¿Qué desearíamos transmitir relatando los pormenores de su historia?
Sencillamente deseamos hacer una llamada de atención sobre tres cuestiones fundamentales como son:
1.- Atender a un gato que veas en mal estado en la calle.
Basta ya lo de “¡hagan algo!” Todos podemos y debemos hacer algo cuando el tiempo es vital o el momento lo requieren.
2.- Esteriliza a tu gato.
Hay que evitar camadas cuando hay tantos que esperan hogar y no digamos ya para gatos (algo que no debería suceder) a los que se permite salir al exterior.
3.- Identifica a tu gato.
Dale siempre la oportunidad de que ante cualquier “accidente”, tu gato pueda volver a ti, a su familia.
No hay justificación alguna… si realmente lo amas, ponle el chip.