Carta de la adoptante de Alicia

Alicia es una gatita que rescatamos de la calle en bastante mal estado. Te relatamos su dura historia en su despedida. Fue duro para nosotras, pero también para quienes habían decidido adoptarla y darle un hogar definitivo el tiempo que le quedara por vivir. Todo estaba preparado, su canasto, sus mantitas, sus cuencos, su arbolito, sus juguetes, sus chuches… mucho amor, pero,,, no pudo ser, su cuerpecito no aguantó más. A pesar de ello han mostrado su deseo de adoptarla a título póstumo y han querido compartir las razones que les lleva a otorgarle ese reconocimiento, ese deseo de que conste como miembro de su familia.

Gracias, B. y L., por ese regalo entrañable y precioso que os convierte en esos seres de luz que diluyen tanta grisura cotidiana que ensombrece la vida de los animales de la calle.

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Alicia

“He querido hacer el registro de adopción de Alicia, aunque sea a título póstumo, sobre todo para dignificar su memoria, su sufrimiento y soledad, pero también para recordar, poner en valor y admirar vuestra hermosa labor de cuidado y rescate, de compromiso y lucha por los sin nombre…” (B. y L.)

Alicia

Alicia apareció en mi TL un día y ya no pude dejar de pensar en ella. Me enamoré, aunque no era una gata guapa y joven, graciosa y pizpireta. Hay muchas maneras de amar

Me enamoré de su fragilidad, de su necesidad, de su frío, del dolor de su cuerpecito débil, de sus legañas y pegotes, de la aspereza de su pelo sin acicalar… porque cuando un gato está derrotado, así es como luce ….

Y no podía dejar de pensar en ella, porque Alicia desbordó mi vaso de la piedad, no lo sé… todos los gaticos con los que he vivido han llegado de situaciones de abandono, y pronto lucieron hermosos y regordetes en mi sofá y regazo, costase el tiempo que costase (y los gastos veterinarios). Su eterno agradecimiento, su amor, sus ronroneos amasando mi regazo, sus juegos y acicales, o sus lamentos pidiendo premios (los muy golfos) …

Pero Alicia llamó a otra puerta en mi corazón, una que ya se había ido abriendo a base de ver día sí, día también tantos abandonos, tanto sufrimiento, tanto gato invisible a los ojos de posibles adoptantes… porque, aunque muchxs nos implicamos y ayudamos en la medida que podemos, el maldito algoritmo digital no deja de mostrar cientos y cientos de “NADIES”.

Con Alicia ya no pude más, sentía que una gata vieja y enferma, callejera, no tenía opciones, y eso no me dejaba dormir…

Y ya no pude dejar de construir en mi mente otra vida para ella. Y con mi hijo hablábamos y hacíamos planes: a ver cómo se llevará con los demás, y si costará que nos quiera… y si eso de la nariz es una manchita o un pegote, y que mira qué pequeñina y sucia, pero qué bonita es, ¿verdad? No hay gatos feos mamá, yo no los he visto…

Igual alguien se me enfada por el símil interespecie, pero cuando quise ser madre y no podía, siempre me decía a mí misma que yo fui madre desde el día que quise serlo, muchos años antes de serlo…

Pues con Alicia nos pasó igual, querida chiquitina, porque ya fuimos familia desde que escribí a engatadas y hablé con vosotras. Alicia ya era parte de nuestra familia entonces.

Pero… no pudo ser, mi pequeña Alicia, su cuerpecito estaba sentenciado por la dureza de la calle, y no pudo aguantar más y habrá a quien le parezca raro que sigamos echándola de menos sin haberla visto más que en un par de vídeos… pero es que es nuestra familia y la queremos, y la añoramos.

Seguimos pensando en ella, hablando de ella y mirando, aunque con dolor, esa primera foto suya que capturamos de redes… porque en ella vemos a tantos otros…

Todos los animales se merecen estar en la memoria de alguien que les quiere y les echa de menos, por abstracto que ese amor parezca. Y me gusta pensar que esta vivencia ha fortalecido mi capacidad para la empatía, la compasión y el respeto al prójimo, y que ese mismo sentimiento se va forjando en mi hijo. Ese es el legado que le deja a él Alicia, valiosísimo regalo de su breve paso por nuestra familia….

Mi querida Alicia, siempre te querremos.

B. & L.

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