Jonatan desde el minuto uno que conoció el proyecto engatadas se unió al mismo, haciéndose socio y colaborador y como suele ocurrir cuando eres una persona concienciada, en seguida sus ojos se cruzaron con la que se convertiría en su propia colonia, La Orópendola.
Dado que el objetivo de enGatadas, no es otro que ofrecer la mejor calidad de vida a los gatos comunitarios mediante la aplicación del método CER se le ofreció nuestra colaboración para efectuar las capturas y ofrecer soporte económico para las intervenciones veterinarias, esterilizaciones y desparasitaciones y vacunaciones.
Presentación de la colonia por parte de Jonatan su cuidador y gestor
Por un cambio de domicilio y las rutas habituales conocí a la que hoy se llama Boti (yo le decía Mecánico por su entorno), una gateta que veía echando la siesta y que pronto se acostumbró al punto de comida.
Era evidente como en mi barrio anterior, que a los gatos comunitarios (yo habría dicho “callejeros” de no ser por lo aprendido con EnGatadas.es) que cruzaran mi camino, procuraría ofrecerles atención o auxilio (luego conocería el método CER).
Era primavera-verano del 2021 y ya se sabe, pronto la vi con tetones además de lustrosa. Porque come rebien, me decía. Ale ale, SIETE gatetes y un anillo. Si, quiero.
En todo momento asesorado, fuimos capaces de ayudar a Boti para que sacara adelante la camada: animalitos diminutos disparando flechas de Cupido que aliviaron pandemia, palizas en bici y alguna cosa más (¡sí, son antidepresivos!)
Pero la vida en la calle no es fácil, aunque sea su hogar: después de un tormentón estuve muchas horas, días enteros sin verlos, y cuando empezaron a llegar, uno de los hermanitos apareció muerto al lado del camino. Uno se hace responsable de lo que les pueda suceder, y meses después mientras participaba en un proyecto para evaluar la mortalidad de fauna por atropellos (SAFE), cuando me acercaba al punto vi en medio del camino (asfaltado pero vecinal y limitado a 35km/h) otro de los preciosos bebés durmiendo en un charco de sangre. Sólo me quedaba devolver la mirada a sus hermanos, allí quietos observándonos a ambos…
y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido. Las visitas matutinas y vespertinas a la colonia también, las caricias y preocupaciones: se acerca otra primavera y además de las visitas esporádicas de algún gato, los bebés están en plena adolescencia. Era básico controlar la natalidad en La Oropéndola, por los integrantes de la colonia y por quien vive también con animales en casa y afronta un gasto en dedicación y monetario que lo deja justito.
Entonces Lourdes (enGatadas) que estuvo al tanto siempre de todo, vino con “la freidora” un día, y volvió al siguiente y pudimos capturar a los cinco (viaje a la vete de confianza que opera a los gatos teniendo en cuenta su condición), y tras el Retorno volvió al otro día y pudimos oh sorpresa, coger a la mami que ya se deja ver poco aunque tenga allí su base.
La tranquilidad de volver a ver a Boti, León, Asís, Vera, Piesnegra y Trini habiendo pasado por consulta, sin riesgo de camadas no deseadas u opción a provocarlas, sin peleas y con sus vacunas disfrutando del sol, tranquilas en su casa, es algo muy parecido a la felicidad.