Despedida de Richard por Inma

Richard formaba parte de la colonia de la “Parada del autobús” de Chinchilla.

Curiosamente en una familia de gatos, la suya estaba completa; Julia era la mamá, su última camada y el papá, Richard.

Julia paría cada año, pero ningún bebé se hacía mayor en la colonia. Las expectativas de vida de los peques en la calle son bajas.

Se decidió aplicarles el CER a los papis y sacar en adopción a los bebés. Hubo suerte y conseguimos que entraran en la jaula todos.

Ya en la clínica Richard dejó patente su carácter sociable y cariñoso. Entró encantado en brazos de la vete al quirófano. No había duda de que le gustaba que lo mimosearan.

Tras ser esterilizados los adultos fueron retornados a su colonia.

Julia, si bien había entrado con facilidad en la jaula, no era sociable, pero a Richard había que intentar antes de que asomara el duro invierno, encontrarle un hogar así que a diario se le hacían vídeos y fotos que circulaban por las redes en ese intento de sacarlo de la calle porque no teníamos materialmente sitio donde meterlo a un posible largo plazo.

Como era guapo a rabiar, con esos ojos azules tan llamativos y tan tierno, enamoró a los seguidores de las redes y la llamada a muchas puertas se multiplicó.

Hubo un momento en que empezó a ser consciente de que le visitaba varias veces diariamente y que le llevaba una latita y nada más me veía a lo lejos, venía a mi encuentro.

Pasaban los días y finalmente uno, la esperada llamada se produjo… alguien se interesaba por Richard.

Se concertó una cita con la clínica veterinaria para siguiendo el protocolo de adopción, hacerle el test de enfermedades y no podéis imaginar cómo lloré desconsolada cuando se nos notificó que era positivo a leucemia felina.

La adopción se cayó y su futuro se complicaba ya que, aunque estábamos ante un gato guapísimo, pero era un adulto y, aunque asintomático, positivo a leucemia por lo que su hogar definitivo no debía tener gatos salvo que éstos también fueran positivos.

Se intensificó su presencia en las redes y entonces se produjo lo que de vez en cuando pasa y demuestra la calidad de algunas personas… una familia catalana que no tenía ningún gato, nos había reservado un bebé, pero al conocer la historia de Richard decidió escoger a quien lo tendría más difícil ya que el bebé, como así sucedió, saldría adoptado enseguida.

Salí disparada hacia la colonia, iba temblando, ¿estaría donde siempre? ¿se habría ido por ahí?, al fin y al cabo, la calle no tiene puertas. Un gato hoy está aquí, pero mañana ya puede no estar.

Cuando lo vi venir hacia mí a lo lejos, se me saltaron las lágrimas… “Richard, mi amor, se acabó la calle para ti. Vas a tener una familia, un hogar” y Richard se restregaba y me cabeceaba para que le acariciara.

Sé que muchos vais a comprender ese momento especial que llevaré siempre grabado.

Casualmente tenía que viajar por motivos familiares a Barcelona así que hicimos ese largo viaje juntos. Muchos ratitos su manita iba en la mía así que se mantuvo tranquilo.

Una pareja joven tenía su hogar dispuesto y preparado para él, para que estuviera lo mejor posible.

No me pude traer mejor impresión ni más tranquilidad sabiendo que realmente lo había dejado con grandes personas, con unos papis que iban a darle el cariño y el cuidado que necesitaba.

Las imágenes y conversaciones posteriores no hicieron sino confirmarlo. Se había convertido en el niño mimado que desparramaba el pienso de ese cuenco elevado que le compraron para que le fuera más cómodo comer, ese grandullón que compartía sillón junto a su papi mientras trabajaba en el ordenador, ese gato querido también para las amistades de la pareja.

Hace unos días nos llegó una noticia inesperada, Richard se había “marchado” casi en silencio. Una obstrucción intestinal le obligó a entrar en el quirófano y ya no se recuperaría.

Todos, absolutamente todos los gatos que han pasado por nuestras manos son muy queridos, pero cierto que algunos por sus circunstancias especiales, te dejan un recuerdo especial y Richard ha sido uno de esos.

Dentro de la pena que me/nos ha causado su muerte, me quedo con el hecho de que, gracias a esta familia, Richard ha conocido una vida digna, el ser alguien para alguien, el tener su cuenco, su canasto, su sofá, sus papis, sus mimos, su dedicación, su hogar.

Richard ha emprendido un viaje sin retorno, pero lleva el mejor de los equipajes: amor, mucho amor y respeto.

Gracias Aida por tanto de bueno que ha conocido gracias a vuestra empatía y generosidad.

Gracias por haber sido para él esa oportunidad de ser un miembro más de una familia.

Dentro del desconsuelo del principio no olvidéis que esos ojos inmensos azules en un futuro se fundirán en recuerdos donde solo permanecerá lo grato de la compartido.

Los seres especiales que se marchan, no lo hacen totalmente. Se quedan de otra forma con nosotros.

Gracias por haberlo hecho tan feliz ¡qué la vida sea tan generosa con vosotros como lo habéis sido con él!

Y a ti, mi Richard glotón, guárdame un sitio para cuando me toque, en ese cielo de los animales que debe ser un lugar especial porque no hay animal que no sea un ser noble y bueno con el que merezca la pena convivir en este mundo y en la eternidad.

Inma

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