Elogio del gato
Autoría: | Stéphanie Hochet |
Editorial: | Periférica |
Nº de Páginas: | 120 |
Año: | 2015 |
EAN: | 978-84-16291-14-4 |
Reseña
Todo el mundo lo sabe: el gato es un animal libre, el gato escoge a su amo antes de que el amo llegue a elegir al gato.» ¿Cuántos hombres y mujeres de letras reconocen en el gato el mismo gusto por la libertad de los autores de todos los tiempos y se identifican con el pequeño felino? La asimilación del escritor con el gato es un clásico en literatura. La libertad no tiene precio para los artistas. Nos llueven los ejemplos; y algunos de los más interesantes se encuentran en este libro. «Adoro la manera que tienen los gatos de estar mitad dentro, mitad fuera, a la vez salvajes y domésticos, porque yo misma soy una salvaje domesticada. O, más bien, estoy domesticada mientras la puerta esté abierta», escribió una prestigiosa novelista inglesa. Si un artista no supiera cómo convertirse en un hombre o una mujer libre, el gato podría servirle de ejemplo.
Del antiguo Egipto a la moderna Francia, he aquí un sugerente elogio de los gatos (con datos históricos que sorprenderán a más de un lector) acompañado por las palabras de Balzac, Poe, Maupassant, Soseki, Bulgákov, Eliot, Colette, Simenon, Tennessee Williams, Burroughs o Amélie Nothomb, entre muchos otros.
«En Europa, en la Edad Media, poseer un gato negro acarreaba la pena de muerte, pero en el Egipto antiguo el gato estaba asociado a la diosa Bastet, la diosa de la alegría y de la fertilidad. El miw (sustantivo que lo designa) era un animal sagrado: quien matara a un felino era ajusticiado; tras el fallecimiento, el gato era momificado y colocado en un sarcófago. En su pasión por el animal flexible, el hombre llega al punto de aplicar la pena capital. A favor o en contra. ¿No es acaso ese sentimiento excesivo el signo de que el gato encarna nuestra desmesura, y de que se ha ganado un lugar privilegiado en nuestro inconsciente, representando la parte que de éste rechazamos?