Una captura que se convirtió en un rescate

Antes de la cinco de la tarde del domingo empezó el intento de captura de Dai, hijo de la última camada de Cleo, la veterana matriarca de la Colonia Camino, el único que nos queda por aplicar el Método CER para poder hablar de una colonia gestionada y “controlada, es decir, aquélla en la que todos sus miembros son “gatoCER”

No es tarea fácil la captura de un miembro en particular y menos si se trata de los jóvenes. Los adultos, conocedores ya del ritual, se comen sus miedos porque saben que es la única manera de comerse un festín, jeje.

El festín es un banquete que se prepara expresamente para esas ocasiones, para que los gatetes vayan como en los dibujos animados, como imanes hacia el cuenco de pollo o pavo asado y latita super olorosa colocados en el interior de la jaula.

Los pequeños, inexpertos aún, se mantienen a la expectativa y a veces la jaula se llena y el “elegido no puede entrar o estando ya en su interior no se puede bajar la trampilla porque hay alguno con medio cuerpo fuera y se puede lastimar y en esa espera, el “elegido” se las pira… así son las cosas.

No es tarea fácil. No. Es una labor de paciencia, que a veces te lleva días, semanas… pero llega, claro que llega el momento y entonces ¡lo tienes! y bajas la trampilla.

La luz empezó a decaer y los gatos desfilaban pero el “elegido” hacía mutis por el foro. Es curioso porque llega un punto en que la vista se va adaptando a la luz y terminas, a pesar de la distancia que guardas para que los gatos no te vean, identificándolos más o menos a unos y otros y mira que la Camino tiene su dificultad al ser todos negros y blancos y negros.

Sobre las 20 horas, ya de noche, vemos adentrarse en la jaula lo que nos parece un animal con una “campana” ¿un perrito perdido? ¿un gato escapado de alguna casa? Y escuchamos un golpe… fue una visión fugaz.

Desapareció y enseguida nos vino a la mente… ¿un gato de la colonia con la cabeza atrapada en un bote?

Un gato con la cabeza atrapada en botes de comida, envases que se arrojan abiertos en papeleras o directamente al suelo, es un accidente común con resultados en bastantes casos fatales por asfixia…

A partir de ahí todo fue un correr por un descampado amplísimo con la triste luz de un móvil, el corazón en un puño… un sitio con escondites… una aguja en un pajar…

Agotadas optamos por volver nada más fuera de día y barrer nuevamente la zona.

Regresamos cabizbajas sin dejar de pensar en el sufrimiento del gato.

Cuando vamos de captura, tratamos de grabar desde distintos ángulos. Uno de los móviles que estaba junto a la jaula nos permitió descubrir que el gato era Don Pimpón y que tenía la cabeza encajada en un bote.

Esta mañana temprano se ha vuelto a la zona y enseguida se le ha visto. Su capacidad de ver y oír estaba reducida así que no ha sido muy difícil echarle el “caza” y atraparlo ¿todo terminado?… quien diga eso, no conoce a los gatos…

Al ir a hacer la transferencia al transportín para comprobar su estado, ha roto la tela del caza y ha salido huyendo… imposible dar nuevamente con él y además inútil continuar puesto que nuestra herramienta de captura estaba destrozada… al menos el gato conservaba sus energías y no se iba a alejar de la zona luego era cuestión de regresar una vez más provistas de otro caza más resistente a sus embestidas.

Itzi mostrando el bote que conseguimos quitar a Don Pimpón

A primera hora de la tarde Itzi junto con Lourdes han vuelto y una vez más dan con él y consiguen capturarlo y en el forcejeo, logra quitarse el tarro y propinarle un buen mordisco a Itzi quien a pesar del dolor, toda feliz por el desenlace, bote en la mano lucía una sonrisa de la que escapaba toda la tensión y preocupación acumulada desde que le vimos.

A Don Pimpón en el transportín se le ha examinado por si era necesario llevarle al vete pero no tenía herida alguna, se le veía bien por lo que se ha optado por soltarle para no aumentar más su estrés dado que es bien feral.

Estos días le haremos un seguimiento más estrecho.

La suerte le ha acompañado al poder detectarlo rápidamente. La suerte nos ha acompañado al quedar sus sentidos limitados… aún así hemos sumado horas, tensión y preocupación pero como dicen, bien está lo que bien acaba.

Solo nos queda insistir en la conveniencia de aplastar toda lata antes de arrojarla a una papelera y no dejar envases que puedan ser trampas mortales para ellos.

Don Pimpón ha tenido suerte… a muchos otros, se llega tarde.

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