Bizqui había empezado a atravesar esa línea roja de la que no se regresa. Era un cuerpecito llagado, un quejido por maullido, un baboseo incesante, un aovillarse en la negrura que era su día a día… hasta que llegó a los brazos de Inma y se instaló en su amor incondicional.
Bizqui era un gato positivo a leucemia felina, inmuno y con calicivirus. Sus expectativas de una larga vida eran bajas, pero la única medida de la vida no es solo el tiempo, también lo es la calidad de la misma y, su mami humana supo plasmar esa máxima con su implicación, su entrega, su paciencia y su ternura.
Inma le acondicionó una habitación con su mantita eléctrica para el invierno, su mantita refrescante para el verano, su radio para que escuchara voces mientras ella se ausentaba a trabajar, su ventanita donde tomar el solecito o el fresquito, sus juguetes, sus trajecitos para evitar que se hiciese heridas rascándose por los picores, le daba la comida con una cucharita en los momentos de mayor debilidad…
Inma le dejó sin argumentos para no querer tirar hacia adelante…
Y Bizqui se fue dejando enredar en ese hilo con el que ella le ataba a una vida digna, a la vida que todo ser viviente merece conocer y sentir.
Y Bizqui se fue sintiendo importante para ella y empezó a hacerle regalos, dibujándole en el rostro una sonrisa diaria, un ronroneo, un maullido de alegría al verla aparecer, besitos en el hueco del cuello donde se acurrucaba.
Y Bizqui empezó a iluminar su estancia con el brillo recuperado de esos inmensos ojos azules abiertos a la alegría generada con ese vínculo que compartían.
Hace unas semanas Bizqui empeoró, la última analítica arrojó “valores incompatibles con la vida”; fue adelgazando, las fuerzas empezaron a abandonarle, pero aún así en cuanto escuchaba abrir esa puerta por donde Inma entraba, las sacaba, él sabrá de donde, para ir a su encuentro rabito en alto… hasta que definitivamente se apagó.
EnGatadas no puede sino poner en valor la visibilización que nuestra compañera ha hecho sobre la labor inmensa que se puede llevar a cabo con esos gatos invisibles, los adultos enfermos, en la que los animales ganan, pero también aquellas personas que con su compromiso van más allá porque saca lo mejor de ellas.
Dice Alejandro Palomas que “No hay mirada que supere en grandeza a la de un animal que ha dejado de sufrir en tus brazos”.
Bizqui le ha dejado a Inma en su retina esa mirada.
Gracias, Inma, por haberle querido y cuidado tanto y tan bien.
Gracias, madrinas, que habéis colaborado con EnGatadas en su manutención y gastos veterinarios.
Gracias a quienes le habéis hecho llegar vuestro cariño a través de las redes.
Bizqui, cuando te instales en tu estrella, inúndala con el azul de tus ojos para que sepamos cuál es.
Si quieres ver el video donde se explica su historia clica en este enlace